VIDAS COMUNES

Lo de hoy en los blós es escribir pousts personalísimos en los que uno describe con atronador detalle situaciones como:

“Mi novio(a)/esposo(a)/amante(a) me odia/me ama, obtuve un nuevo empleo/me corrieron del trabajo, estoy deprimido(a)/eufórico(a), me duele la muela/tengo cólico, la escuela/el trabajo/la vida es muy difícil, fui a un concierto de RBD/Rotting Christ, atropellaron a mi perro/abuela”.

El lector poco avezado en blós podrá sentirse tentado a preguntar: “¿Y a mí qué %*#&! (eufemismo de mierda) me importan sus patéticas, simplonas y avasalladoramente aburridas existencias? La respuesta es contundente: nada. En efecto, todos esos relatos anodinos y mal redactados no son de interés para nadie con excepción del autor (y en muchos casos ni para él/ella). ¿Entonces por qué escribirlos?, preguntará el lector poco ducho en el mundo de los blós. La respuesta es perturbadora: no sé.

En serio, no tengo la más remota idea de por qué alguien querría compartir su frágil intimidad con una pequeña multitud de despiadados lectores anónimos. Y peor aún, no encuentro ningún argumento plausible para explicar el hecho de que haya gente que lea ese tipo de pousts. No obstante, mi extensa formación científica (estoy suscrito a National Geographic) me obliga a plantear algunas hipótesis:

1. Ya tenemos hartos a nuestros conocidos y los más de ellos han amenazado con lapidarnos si volvemos a mencionar una vez más lo agobiados que nos sentimos últimamente.
2. Los psicólogos salen carísimos y han probado ser poco útiles si uno no es al menos asesino serial o tiene un complejo de Edipo mezclado con una fijación sexual con los puerquitos de Guinea.
3. El santo sacramento de la confesión ya no está de moda, los confesionarios huelen gacho y es peligroso entrar si uno es menor de edad.

Como es evidente, ninguna se acerca siquiera a la verdad.

CUESTIONAMIENTO FILOSÓFICO
¿Dónde está la verdad? En el Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado (a color) Grijalbo se encuentra entre verdacho (que es una arcilla teñida naturalmente de color verde claro) y verdadero.

Lo que es cierto es que los pousts personales nos encantan porque nos dejan ver que la mayoría de la gente no vive las existencias maravillosas de los artistas que salen en las revistas, sino que igual que nosotros se encuentran abrumados por problemas triviales e insignificantes y que pueden súbitamente sentirse dichosos y contentos por cualquier nimiedad. Y entonces revaloramos nuestras huecas y terriblemente desechables vidas y por un momento tocamos la felicidad.

Pero después abrimos el Hola! y vemos a Brad Pitt en un Yate con Angelina Jolie y su pequeño zoológico de niños multirraciales y lo envidiamos (por Angelina y el yate, no por los niños, claro).

Por eso y aprovechando que viene el vomitivo día de la madre, seguiré compartiendo con ustedes los pocos episodios afortunados que recuerdo de mi infancia.