Este dibujo podría ser una mordaz crítica al sistema educativo mexicano que reprime toda creatividad y afición por el conocimiento e inculca en los estudiantes el gusto por la holgazanería y por las maestras de piernas robustas.
También podría parecer una apología de los juegos violentos en los que uno mata personas muertas, y un elogio a las capacidades terapéuticas de estos entretenimientos.
Es ambas.
Y en otro orden de ideas, uno de los momentos que más me curtieron el carácter y que contribuyeron a hacer de mí lo que soy, es cuando tras casi una década de terapia, el psicólogo finalmente llegó a una conclusión respecto a mi persona.