GRIPA v.3.2

 

Cuando era niño, la gripa significaba un dolor de cabeza seguido de dolor de garganta, algunos estornudos, un poco de tos, que se traducían en dos días alejado de la mongólica monotonía de la escuela.

Hoy, una gripa puede empezar con cualquier malestar en cualquier parte del cuerpo. Si sospechas que estás agripado, lo primero que haces es preguntarte si será un virus mortal producto de la cruza de puercos con aves, y si estarás viviendo los últimos días de tu patética existencia. Como no eres tan afortunado, lo más seguro es que únicamente tengas una gripa normal, sólo que ya no existe tal cosa, ahora hay 25,217 variedades de virus diseñados en los laboratorios de Estados Unidos para evitar el progreso del Tercer Mundo y mantenernos estúpidos y holgazanes. En consecuencia, en la actualidad cualquier gripita implica dolores y malestares dignos del Apocalipsis; puede extenderse a todo el cuerpo, causar daños irreversibles y prolongarse por meses o años.

Antes te daban un té, una repugnante frotada de Vick Vaporub y te ponían a ver las caricaturas. Hoy, si estás agrupado y tienes abundantes recursos financieros debes ir a tratarte a Houston. Si no, ir a la segura y automedicarte. Afortunadamente las medicinas para combatir la gripa son numerosas. Y todas son peores que la gripa: causan somnolencia durante el día e insomnio por la noche. Dan asco, vómito y mucha hambre. Te producen calor, frío y retortijones. Te ponen los nervios de punta y te hacen alucinar. Y una caja cuesta el equivalente a 263 salarios mínimos.

Evidentemente tengo gripa. La del peor tipo: la que me da a mí. Y cuando me enfermo de gripa suelo ver todo con pesimismo. Lo atribuyo a las medicinas. Sobre todo a las que no me tomé.

ADDENDUM:

Este post es el número 200. Eso quiere decir que he perdido por lo menos 200 horas de mi vida aquí. No sé si reír o llorar. Por lo pronto, voy a estornudar.