sábado, junio 27

EL VOTO NULO (O MULO, DEPENDIENDO) 2a. Parte

Hay muchos detractores del voto nulo. Todos pontifican con argumentos que rebajan a insectos rastreros a todo aquel que ose pronunciarse a favor de la anulación del voto. Aquí hay cinco de los más sonados:

Anular el voto es regalarle un voto al PRI (o al PAN, o al PRIAN).
Este argumento normalmente es esgrimido por el PRD y sus sonrientes adeptos. Aunque era parcialmente cierto en el pasado, hoy ya no tiene validez ya que el voto duro de los tres partidos es equiparable: los tres cuentan con generosos rebaños de seguidores que los apoyan indiscriminada e irreflexivamente. Pero sobre todo este argumento niega el principio fundamental del voto nulo: regalar un voto al PRI es exactamente igual que regalárselo al PRD o al PAN, o a cualquier otro partido.

No dejes que alguien más vote por ti.
Eso es precisamente lo que hacen los partidos: llevan una búsqueda exhaustiva de los personajes más nefastos de la sociedad para lanzarlos como candidatos y dejarnos a nosotros escoger entre los peorcitos de ellos. La anulación del voto es una protesta en contra de este mecanismo.

La ley no contempla la anulación de las elecciones debido a los votos nulos.
No se busca que se anule la elección. Nada se ganaría con eso. Después del 5 de julio tendremos como gobernantes y legisladores a los mismos inútiles de siempre. El voto nulo simplemente busca hacer una protesta masiva en contra del sistema político mexicano que ha demostrado con creces su ineficacia para ofrecerle al país candidatos aceptables.

La Arquidiócesis de México advirtió que las posturas del voto nulo "nos llevarían al fracaso democrático, dándole la razón a quienes piensan que México sólo puede funcionar con el totalitarismo".
Tener los gobernantes y legisladores que tenemos es ya un terrible fracaso democrático. Poder elegir entre un tubazo en la cabeza y una patada en el trasero no es democracia.
La Iglesia Católica ha sido desde sus inicios una institución totalmente alejada de las prácticas democráticas: los líderes son elegidos por una pequeña cúpula y las mujeres no pueden ocupar cargos dentro de la jerarquía. ¿No sería deseable que este entusiasmo democrático se proyectara primero al interior de la organización?

Anular el voto es atacar a las instituciones y en consecuencia promover la anarquía.
El voto nulo no ataca a las instituciones; simplemente propone revisar, evaluar y corregir las deficiencias de una en particular: el sacrosanto sistema político mexicano. Nuestro deber como ciudadanos no es reverenciar ciegamente mecanismos viciados sólo porque el uso y el tiempo los consagró como “instituciones”, sino cuestionar profunda y sistemáticamente su viabilidad y vigencia. Es absurdo pensar en vivir sin instituciones, pero es más absurdo asumir la inmutabilidad y perfección perpetua de éstas.

Muchos también preguntan con una ceja arqueada y los dientes pelados:
¿De qué demonios sirve anular el voto?

De mucho. De hecho, ya sirvió. Igual que un renacuajo, la iniciativa nació, creció y se reprodujo: así llegó a los medios e hizo ver a los ciudadanos que anular el voto es una alternativa viable y responsable; que se pueden –y se deben– cuestionar las instituciones, prácticas y sistemas que regulan el funcionamiento de la sociedad. Paradójicamente, después de que los tres partidos hegemónicos alzaron sus voces para condenar enérgicamente la anulación del voto, la intención de anular la boleta subió de un 2.5% al 5%.
De igual manera, al convertirse en un fenómeno masivo y mediático, la anulación del voto se transforma en un objeto de estudio y debate para analistas e intelectuales, quienes al procesarlo dan a la opinión pública nuevas perspectivas sobre éste.
Finalmente, la anulación del voto habrá de alcanzar e influenciar a los partidos políticos. Dentro de los tres partidos hegemónicos hay voces jóvenes, pensantes y comprometidas que buscan cambiar la forma en que se hace política en México. Estas voces siempre han estado presentes, pero usualmente son aniquiladas o absorbidas por los representantes prehistóricos que no tienen la menor intención de cambiar el statu quo. Con un poco de suerte, el voto nulo les dará argumentos para convencer a los dinosaurios de que deberán evolucionar o extinguirse.
Si eso no es suficiente, habrá que preguntarse entonces:

¿Qué ganamos al votar?

Al marcar en la boleta a un candidato estamos legitimando el proceso electoral, afirmamos que estamos de acuerdo en que:
  • Los candidatos sean seleccionados por su lealtad al grupo de poder y no por sus habilidades para servir a la comunidad desde su cargo.
  • Las campañas políticas sean un derroche de recursos, de saña y estupidez (y materiales propagandísticos visual y ecológicamente contaminantes).
  • No pueda haber candidatos sin partido.
  • Los políticos en la oposición entorpezcan sistemáticamente el trabajo de los gobernantes y legisladores electos.
  • Los gobernantes incapaces no puedan ser removidos de su cargo por los ciudadanos.
  • Y todas las otras monerías que hacen que el sistema político mexicano sea hoy totalmente improcedente.
Finalmente creo que este 5 de julio ya sea que votemos, que anulemos el voto o nos abstengamos, lo más importante es que respetemos las opiniones de los demás y no acabemos agarrándonos a huarachazos por defender una u otra postura. Después de las elecciones los políticos, tan insoportablemente presentes hoy, desaparecerán como siempre, y nosotros para ellos; pero nuestros vecinos, compañeros de trabajo y escuela, amigos y familiares seguirán ahí. Después de todo, somos nosotros lo que mantenemos el país a flote. A pesar de los políticos.

UPDATE

Paradojas: le piqué al Monetize de Blogger y ¿de qué aparecen los anuncios?
¡Claro: de los partidos políticos!

5 comentarios:

Espaciolandesa dijo...

Me encantó tu última frase.

Tienes razón, es la gente la que mantiene a flote al país. Lo malo es que la gente no lo sabe.

ge zeta dijo...

Me encantó este texto. Toda la razón y el último párrafo es totalmente cierto

Cuquita, la Pistolera dijo...

¿Por qué hay un anuncio del Partido Social Demócrata en tu página?

Dicen que los cometas... dijo...

Completamente de acuerdo contigo, independientemente del resultado lo valioso es el ejercicio de hacer valer una postura de fundamentarla y de sabernos escuchar (leer).

Saludos

Oye, si qué onda con el anuncio del PSD... je!

Nalgor Barrido dijo...

El gran pedo que le veo al choro anulador, no son sus motivos. Los respeto y los comprendo en muchos niveles.

Debo decir que es un poco categórico de tu parte suponer que todos los que no votaremos nulo "odiamos" a los anuladores, etc. Yo estoy muy de acuerdo con lo que teóricamente se pretende decir con el voto nulo, pero -en la práctica- votar nulo es muy contraproducente por muchas razones:

1) No se contempla en el COFIPE por lo que, suponiendo que 10% de la gente anulase su voto, ese 10% simplemente se retira del conteo "oficial" para efectos de repartir el poder y el varo. Ergo, los partidos chicos tendrán un porcentaje inflado (y un varo extra) gracias a la mentada anulación. Y la neta sí me dan más miedo el Verde o el PANAL que cualquiera de los otros.

2) Votar nulo con el afán de "enviar un mensaje" me parece muy naive. Supone que tu mensaje tiene un receptor. Es decir, al votar nulo le otorgas el beneficio de la duda y la cualidad de interlocutor a los que precisamente desprecias: Los partidos políticos y el sistema electoral. Es darle caviar a los puercos. Y es suponer que los puercos te van a pedir servilletas después.

3) Votar nulo funcionaría en cualquier país "civilizado". Aquí lo único que va a generar es una discusión mediática de medio minuto cósmico y luego los partidos se retirarán tan campantes a recoger su presupuesto para el 2012. Participar mediante la no-participación no sólo es incoherente y pretencioso: También es sintomático de nuestra posmodernidad apática y pitera.


Por lo tanto, mejor amarrarse los huevitos y elegir al "menos peor" de tu distrito. Con tal de que el niño Verde y la máistra no se hagan de 10 milloncitos de dólares extra.

Y ya si después se te sigue antojando "protestar" contra la partidocracia, pues formas un movimiento ciudadano que sea ligeramente más participativo que quedarse en la casa a quejarte de lo mal que anda el país vía Twitter.