jueves, julio 5

VIDA DE PELÍCULA

¿Se han fijado? En las películas en las que un asesino serial, (normalmente hipercreativo, con una inteligencia descomunal y experto en psicología conductista) secuestra a alguien y ese alguien está a punto de morir, todos en la película se dedican en cuerpo y alma a rescatar a ese alguien. Al final, tras innumerables persecuciones, balaceras y emboscadas rescatan a ese alguien (que seguramente vivirá una existencia infernal producto del trauma psicológico) y con los ojos llenos de lágrimas decimos: “qué bueno que la peli (odio el término) tenía final feliz”. ¿Y todos los pobres ojetes que murieron en las 23 balaceras que se armaron en plena calle? ¿Todos los que recibieron balazos por equivocación cuando el asesino serial disparó a diestra y siniestra en un centro comercial? ¿Todos los policías que mató el malo en la carretera cuando están a punto de descubrirlo? ¿Sólo porque eran extras o actores de medio pelo a nadie le importan?

En todas las películas joligüdenses hay persecuciones impresionantes (e inverosímiles) en las que se destruyen y chocan decenas de vehículos. Invariablemente se me hacen más interesantes las historias de los conductores y pasajeros de esos autos que los de los protagonistas y antagonistas. Imagínate, vas conduciendo camino a tu mediocre trabajo pensando que otra vez no te alcanzó la quincena y de repente Bruce Willis, Nicolas Cage o Steven Segal en su loca carrera para alcanzar a un fugitivo te choca por detrás arrojándote desde el segundo piso del segundo piso.

–Usté disculpe, joven, pero es que el tipo al que persiguen es peligrosísimo. Se robó un diamante de 254 millones de dólares.

–Ah bueno, si es por eso, no importa que me haya dejado sin piernas y que la familia de esa camioneta haya volado en pedazos. Y por el hoyo en el segundo piso, ni se preocupen, nos va a servir para que se vaya el agua y no se inunde.

¿Y todos los malos que siempre tienen caras de malos, pero que son espectacularmente imbéciles y que el héroe acaba matando por docenas? ¿A quién puede importarle que Van Damme armado con una pistolita de diábolos (sin diábolos) pueda eliminar a 223 asesinos a sueldo? Lo que siempre me resulta intrigante es cómo todos esos malos decidieron convertirse en malos y estúpidos además. ¿Por qué después de que vieron que el héroe acabó con los primeros 67 de sus compañeros deciden atacarlo y no esconderse? ¿Son asesinos despiadados pero deciden ser leales a su jefe, el malnacido que está huyendo cobardemente en un helicóptero? ¿O simplemente están interesado en el excelente plan de retiro que les ofrece la empresa de los malos a los malos más destacados?

O en las persecuciones cuando el malo se mete a una obra en construcción o una bodega en un puerto, el bueno siempre le grita su nombre.

–¡Woolworth! –grita enfurecido Stallone al entrar a la fabrica abandonada y ver que el malo no se ve por ningún lado–. ¡Sé que estás aquí!

El malo entonces sale de detrás de un barril.

–Sí, tienes razón. Me descubriste. Dispárame.

O la alternativa:

–No, no es cierto, no puedes saber que estoy aquí –dice una voz proveniente de detrás de un barril.

¿No sería buenísima una película de acción en la que las cosas salieran mal como en la vida real?

Definitivamente no.

8 comentarios:

Tod dijo...

jajajajajjaja, eso del escape en helicoptero era de ley......

Cuquita, la Pistolera dijo...

Y eso, don Rul, que no mencionaste la aparición de un personaje negro sólo para morir minutos después en manos de los malvados.
El negro siempre tiene que morir.

Anónimo dijo...

tu reflexion es una de las razones de porque me puse antiheroe!, de pequeño siempre me imaginaba a los heroes vencidos por los malos!

Even Better dijo...

Pues de hecho sí sería muuuuuy buena!! Una excelente parodia siempre es bien recibida, no?

Felipe dijo...

Lo peor es saber que uno siempre es un daño colateral y que no aparecerá en los créditos ni como extra.

Libradita dijo...

jajaja que buenas reflexiones ¿qué opinión te merece el hecho de que siempre, siempre, siempre antes de morir el malo revela sus malévolos planes y el móvil de sus chingaderas, estilo capítulo de Scooby Doo, ¡ay como me chocan! cuando manejo tengo miedo de chocar en la siguiente esquina con un güey que va hecho la madre en su intento por huir de otro, estilo Amores perros.
Saludos

Unknown dijo...

jajajaja, sabía que te encantan, lo sabía!

Anónimo dijo...

Ya veo el 23 en todas partes!!