Bueno, pues yo iba a usar este foro de expresión popular para platicarles de la vez que decidí ponerme unas arracadas para verme cul, aunque al final las cosas no salieron como pensaba:
Pero esa historia tendrá que esperar, porque resulta que nuevamente se me apareció el Niño Dios.
–¿Y qué tiene eso de extraordinario? –preguntarán ustedes molestos y desilusionados.
–Nada –responderé tranquilo y ecuánime como siempre–. Sólo que ahora su advenimiento me salió muy caro.
Al principio el niño estaba bien; me hacía las sugerencias que yo siempre agradezco de todo corazón.
Pero en algún momento de la tarde, cuando en la mesa discutíamos la influencia de la Escuela de Frankfurt en el arte no figurativo del siglo XXI, el divino infante se quedó viendo muy fijamente las copitas con vodka que se habían acumulado en la mesa debido al bendito 2x1 que ofrecía el restaurante.
Y súbitamente, en un abrir y cerrar de ojos, la criatura ya estaba dentro de la copa chapoteando alegremente.
Al principio me alarmé; dije: me va a dejar mi vodka hecho un asco. Pero después me tranquilice y pensé que no estaba mal que se refrescara como se le diera la gana, que para eso es el Niño Dios. Y así estuvimos por un rato muy a gusto, pero de pronto…
¡Se nos ahoga el niño!, grité. Lo saqué rápidamente, pero en los escasos segundos que estuvo dentro del vaso, la santa criatura alcanzó a beberse casi la mitad del preciado contenido.
Y a los pocos minutos, ya envalentonado por el Absolut, comenzó de lucidito.
Luego dijo que como estaba de buenas, nos iba a hacer unos milagros. Así que hizo unos malabarismos con popotes y fuego, que lo que sea de cada quien, estuvieron espectaculares.
Y claro, como le daban alas…
…Él seguía dándose vuelo. Besó a todas las muchachas del lugar.
Pero el final ya fue el colmo: de repente decidió que hacía frío.
Y como por arte de magia…
El problema fue que cuando intenté con mucha sutileza sacarlo de ahí para evitar un escándalo, la portadora del Niño Dios no comprendió la honestidad de mis intenciones, y se avalanzó sobre mi pobre persona obsequiándome con una generosa dotación de patadas y bolsazos. Inútil fue explicar la presencia del divino infante.
–Es que el Niño Dios… –intentaba yo.
–Es un sátiro, un pervertido, un drogadicto –coreaban la mujer, los otros comensales, los meseros, el capitán y hasta un cuidacoches, que no sé qué demonios hacía allí dentro.
Minutos más tarde me encontraba en la calle, –donde fui sutilmente depositado–, herido en lo más profundo del cóccix y del amor propio. Fue entonces que el Niño Dios me confesó con voz resbalosa y tambaleante:
–Ps, es que no todos pueden verme, carnal. Tú me ves porque tienes el corazón bien puro.
Yo estaba a punto de dejar escapar una lagrimita de emoción, cuando el niño soltó una estruendosa carcajada y me vomitó en el pantalón.
Sí, no fue una linda experiencia. ¿Pero quién soy yo para juzgarlo? A mí también luego me da por tomar.
Pero esa historia tendrá que esperar, porque resulta que nuevamente se me apareció el Niño Dios.
–¿Y qué tiene eso de extraordinario? –preguntarán ustedes molestos y desilusionados.
–Nada –responderé tranquilo y ecuánime como siempre–. Sólo que ahora su advenimiento me salió muy caro.
Al principio el niño estaba bien; me hacía las sugerencias que yo siempre agradezco de todo corazón.
Pero en algún momento de la tarde, cuando en la mesa discutíamos la influencia de la Escuela de Frankfurt en el arte no figurativo del siglo XXI, el divino infante se quedó viendo muy fijamente las copitas con vodka que se habían acumulado en la mesa debido al bendito 2x1 que ofrecía el restaurante.
Y súbitamente, en un abrir y cerrar de ojos, la criatura ya estaba dentro de la copa chapoteando alegremente.
Al principio me alarmé; dije: me va a dejar mi vodka hecho un asco. Pero después me tranquilice y pensé que no estaba mal que se refrescara como se le diera la gana, que para eso es el Niño Dios. Y así estuvimos por un rato muy a gusto, pero de pronto…
¡Se nos ahoga el niño!, grité. Lo saqué rápidamente, pero en los escasos segundos que estuvo dentro del vaso, la santa criatura alcanzó a beberse casi la mitad del preciado contenido.
Y a los pocos minutos, ya envalentonado por el Absolut, comenzó de lucidito.
Luego dijo que como estaba de buenas, nos iba a hacer unos milagros. Así que hizo unos malabarismos con popotes y fuego, que lo que sea de cada quien, estuvieron espectaculares.
Y claro, como le daban alas…
…Él seguía dándose vuelo. Besó a todas las muchachas del lugar.
Pero el final ya fue el colmo: de repente decidió que hacía frío.
Y como por arte de magia…
El problema fue que cuando intenté con mucha sutileza sacarlo de ahí para evitar un escándalo, la portadora del Niño Dios no comprendió la honestidad de mis intenciones, y se avalanzó sobre mi pobre persona obsequiándome con una generosa dotación de patadas y bolsazos. Inútil fue explicar la presencia del divino infante.
–Es que el Niño Dios… –intentaba yo.
–Es un sátiro, un pervertido, un drogadicto –coreaban la mujer, los otros comensales, los meseros, el capitán y hasta un cuidacoches, que no sé qué demonios hacía allí dentro.
Minutos más tarde me encontraba en la calle, –donde fui sutilmente depositado–, herido en lo más profundo del cóccix y del amor propio. Fue entonces que el Niño Dios me confesó con voz resbalosa y tambaleante:
–Ps, es que no todos pueden verme, carnal. Tú me ves porque tienes el corazón bien puro.
Yo estaba a punto de dejar escapar una lagrimita de emoción, cuando el niño soltó una estruendosa carcajada y me vomitó en el pantalón.
Sí, no fue una linda experiencia. ¿Pero quién soy yo para juzgarlo? A mí también luego me da por tomar.
UPDATE: Ya salió su revista de confianza: el Chamuco. No se la pierdan porque en este número encontrarán una edificante historia de los Niños Héroes, escrita, dirigida y actuada por su servidor. ¡Córranle al puesto de revistas, que está volando! (El puesto, no la revista (es que ha soplado harto viento)).
13 comentarios:
Así pasa.
A todos se nos han pasado las copitas. Y bueno, el niño Dios pues es el niño Dios.
No manches, pinche Rul, siempre me cago de risa con tus comentarios, tus posts y tus tuíters. Gracias por todos esos bonitos momentos de esparcimiento. Sigue así.
( Algo similar escribiste hace unos días. Leves modificaciones)
Likewise :)
jajajajaja, ya me gustaria a mi hacer como el en la foto final XD jajajaa. Saúdos e apertas.
jajajajaj jaja te las jalaste con lo último de que solo lo puedes ver tu por que tienes el corazon puro.. jjajaja nomamar
Pensé que ibas a decir "y después de ahogado -de borracho- el Niño Dios, tapamos el pozo". Aunque más bien, sería "le cerramos la botella de Absolut"... porque seguro el Niño Dios es bien cool y toma vodka cool, faltaba más.
Mu ingeniosa tu historia.
Saludos y gracias por tu visita a mi blog
Ah, el Niño Dios, ¿cuándo aprenderá?
Genial!! Me he divertido mucho con este Niño Dios... Francamente Genial!!
Te me olvidas... jajaja...
Ahora entiendo por qué. Yo también veo al niño Dios.
We, no iba a comentar nada hasta que vi el suntuoso pesebre que acogió al niño borrachito. Presenta, ¿no?
..a la del pesebre. Yo ya tengo a Jesús en mi vida, gracias.
jajaja
Esta serie de apariciones del niño dios, están resultando cada vez más alarmantes y por eso más jocosas.
Ya llevo rato leyendo el blog.
Saludos.
c acurruco muy bien ese ni~o dios
Está rebueno el texto y las fotos, como para hacer un calendario. Deberías hacerlo, total, apenas es marzo.
Jijos, qué guapas mujeres, de haber sabido me metía de seminarista.
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